Sí, muchos. Por nombrar algunos, los miembros de mi familia, dispersos por distintos países, siempre están en mi mente. Sería un sueño hecho realidad estar cerca de ellos.

También me preocupa la jubilación en la vejez. Mi generación no tiene la estabilidad prometida a las generaciones anteriores. Antes, el trabajo duro y la constancia eran el ticket de oro para una buena jubilación. Ahora ya no.

Lo primero es una noche de cine con mi esposo y los gatos acurrucados en nuestras piernas. Es encantador disfrutar con alguien a quien quieres y ver dormir a los peludos, sabiendo que están a salvo.
La segunda es hablar por teléfono con mi hermana. Hay (literalmente) un océano entre nosotras, pero no lo parece cuando hablamos. Podemos reírnos durante horas de cosas que no le hacen gracia a nadie más que a nosotras.
Luego, diría que recibir mensajes de mi madre. Sus memes de un adorable perrito deseándome un buen día me hacen sonreír. Estoy convencida de que los envía desde el fondo de su corazón.
Por último, confieso que me hace feliz ir a mis restaurantes veganos favoritos y comer sin crueldad.